Historia del Traje de Flamenca
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El origen del Traje de Flamenca:
El traje de flamenca o traje de gitana era la indumentaria de la mujer andaluza de clase baja y de las gitanas de finales del siglo XIX y comienzos de XX, que no era más que una bata acompañada de volantes que usaban para la faena.
Con motivo de la Feria de Abril del ganado de Sevilla, muchas acompañaban a sus maridos trasladandose de forma provisional en casetas de lona, las ahora conocidas como casetas de feria, y usandos sus peculiares trajes para lucirse en tan gran evento.
Lo que en principio era una feria de ganado termino siendo una feria más bien de ocio y aquellas batas engalonadas de la andaluza de clase baja, paso a ser un reclamo en entre las señoras de más alta alcurnia, al poder lucir una prenda que realzaba la figura femenina.
Además la profesionalización del flamenco con un vestuario enriquecido en tejidos y complementos en los escenerios, encumbró aun más si cabe a esta vestimenta tradicional andaluza.
El traje de flamenca dió un salto vertijinoso a la moda, llegando a ser el identificativo de España por todo el mundo. Un traje regional con la singuralidad de que varía y se reinventa con nuevos tejidos, complementos, encajes, visuterias, volantes, mantones de manila.
El traje de flamenca es conocido como "cuerpo de guitarra" ya que realza y estiliza la figura femenina, y así se fue transformando poco a poco en un marcado escote en pico, redondo o cuadrado según la moda, para realzar el pecho femenino y ciñiéndose en el talle para luego abrirse en la cadera con los volantes a forma de clavel.
Todo esto, acompañado de un peinado recogido en moño y con la cara despejada viéndose los rasgos tan marcados y la extraordinaria belleza de la mujer morena andaluza.
La evolucíon del traje de flamenca:
El traje de flamenca conjuga tradición e innovación, pues si bien conserva una estructura básica sustentada en un cuerpo entallado sobre el perfil de la cadera y una falda de volantes, sobre este armazón la creatividad fluye.
A partir de los años noventa, tras una década de trajes barrocamente recargados de encajes y cintas de raso, el traje de flamenca, en un alarde de sencillez, se desvistió de adornos, almidón y caderas escondidas, sufriendo una metamorfosis de la que salió vaporoso, ligero y sensual.
Telas sedosas, colores lisos y el sempiterno lunar comenzaron a envolver a una mujer que luce todo su contorno bajando talle y volantes, ya fuera desnudando los brazos o con ellos pudorosamente cubiertos. Ya superado el segundo milenio, se vuelve la mirada atrás y se rescata el popelín sin renunciar al talle bajo, se parte el traje en dos piezas, se agranda el lunar.
Un continuo inventarse que implica de lleno a todos los complementos, es decir, a los avíos. Si un año se lleva la flor grande y baja junto al moño, al siguiente pequeña y alta; si un año el pendiente de aro, al siguiente de pera; si un año el mantoncillo con flores pintadas, al siguiente de tela estampada.
El traje de flamenca y la industria:
Y esta permanente reinvención obliga a sus portadoras a no perder ojo de las claves de una moda que nace tanto en la máquina de coser de la modista aficionada, como sobre todo en las cadenas de las ya grandes firmas dedicadas a la fabricación de este peculiar atuendo.
De hecho, el sector ya mueve más de ciento veinte millones de euros (veinte mil millones de pesetas) anualmente, según datos de la Asociación de Empresarios de la Moda Flamenca, cifra cuyo grueso se reparten una treintena de fabricantes concentrados principalmente en la provincia de Sevilla.
Muestra de la pujanza de este segmento es el Salón Internacional de Moda Flamenca (Simof), organizado por la agencia de moda Doble Erre y Hotel Alcora, que en su octava edición -celebrada en febrero de 2002- congregó a más de una veintena de diseñadores que enseñaron sus creaciones en dieciocho pasarelas a diez mil visitantes.
Alta costura. Y es que el traje de flamenca se ha hecho hueco hasta en la alta costura como inspiración para modistos como Yves Saint Laurent o los sevillanos Vittorio & Lucchino, que han llegado a crear una exclusiva línea de trajes de flamenca.
Este encandilamiento también se ha extendido a la variante escénica del traje de flamenca, pues si Francis Montesinos viste a Eva Yerbabuena, Armani viste a Joaquín Cortés.
Pero esta entente no es por todos aprobada, especialmente en el caso de la mujer. La bata de cola almidonada de Matilde Coral frente a las gaseosas batas de Sara Baras. Purismo frente a renovación. El debate se cuela por todos los ámbitos susceptibles de evolución.
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